El otro día me puse a revisar el blog mientras cambiaba el tema, y me sorprendió mucho cuánto pueden cambiar las cosas en dos años. A la vez, me sorprende que en muchos aspectos mi vida sigue igual: inseguridad en mi trabajo, lidiando con la incertidumbre y todo en el mismo entorno.
Por supuesto que en esta entrada no vengo a dar pena ni sentir tristeza, de hecho, me gusta la etapa en que estoy (aunque sea bastante lento, ver que avanzo me da alegría), pero dado que no escribí por bastante tiempo por aquí, quiero dejar un recuento o resumen de lo que me ha pasado. Sólo para dejar constancia. Eso sí, no lidiaré con la cuarentena, es una etapa que sin duda no quiero recordar (al menos, de momento).
Mi última entrada fue en junio del 2021. A finales del año anterior (2020) tuve mi crisis depresiva que me tumbó a la cama y a la desesperanza infinita. Estuve con tratamiento farmacológico, mi psiquiatra maravilloso y mi psicóloga que me decepcionó al año siguiente. Sinceramente no recuerdo nada, mi memoria es muy mala. Tal vez algo memorable fue teñirme el pelo, ir a santiago a grabar para Vivo e ir a la Cohete Lunar de diciembre. Ahora nos situaremos en el 2022. La realidad fue que mi ambiente familiar estaba terrible, cada día soportaba menos vivir en el mismo lugar con ellos y era consciente que estaba lejos de poder ser independiente. Tenía ciertos sentimientos que aparecieron en el verano, pero los guardé muy al fondo. Tuve la brillante idea de conseguir un trabajo en marzo, ya que mi computador se echó a perder y vi cómo todo se me derrumbaba. Mi trabajo freelance no era suficiente, pero me enfrenté a la primera entrevista de trabajo en mi vida y me sentí el ser más inútil. Por primera vez me di cuenta que mis nulas habilidades sociales me jugaron en contra, sentí que fui rechazada por eso y no por mis habilidades en el diseño gráfico (no es que sea la mejor, pero sí creo ser competente haha).
Tuve mi segunda crisis depresiva, sentí que todo se me iba de las manos. Lloré en la ducha, pero no fue suficiente y terminé llorando desconsolada en mi pieza. Gemeli fue a verme, mis papás también. En ese momento no hablábamos, había tenido una pelea con ellos que sentí definitiva por las palabras que recibí (sinceramente, lo había olvidado haha). A pesar de ello, seguían siendo mis padres y me cuidaron como en mi crisis anterior. Le pedí una hora urgente a mi psiquiatra, me sentía en un limbo sin profesionales a quien acudir. Mi psicóloga no me ayudó como esperaba, minimizó mi sufrir; que estaba saboteándome a mí misma (que puede ser de forma inconsciente, pero la forma en que lo dijo lo hizo ver como que lo había hecho a propósito). Haciendo memoria, exploté un viernes y no había horas para ningún profesional y fue imposible llamar en el fin de semana. Esos dos días se me hicieron eternos. Mi psiquiatra me dio un sobrecupo para el lunes, lo cual agradezco enormemente, pero vino una semana donde me sentía perdida y sola. Ese tiempo se me hace muy difuso, creo que hasta tuve otra crisis a mitad de año.
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Gemeli me regaló esto en mi crisis, estaba disfrutando mucho ver The Office. |
No hay un orden exacto, pero sí recuerdo tener la tarea de encontrar un psicólogo con quien congeniar (hasta ese momento sólo mi psiquiatra era mi apoyo respecto a mi salud mental). Eso me estresó muchísimo, y sólo pasé por dos antes de encontrar a mi psicóloga "actual" (debería retomar terapia). Probé por primera vez con un psicólogo hombre y nunca más en la vida lo haré. La segunda psicóloga vino en un momento perfecto: necesitaba una psicóloga más "racional", más ligada a la ciencia y que fuese concisa. Mi psicóloga anterior lamentablemente era muy unida a los horóscopos, a la astrología, algo que para mí no tiene sentido (una creencia respetable, pero que no creo deba estar presente en terapia psicológica). Un día incluso me dijo que mi luna debe estar en capricornio* (no recuerdo qué signo me dijo) y que por eso era tan existencialista. Creo que debí dejarla en ese momento.
Mi psicóloga "racional" cumplió lo que necesitaba en ese momento, fue espaciándome las sesiones porque me veía bien y a veces me daba tareas. Sentí que no me servía mucho sus sesiones, así que la dejé. Estaba bien, con tratamiento farmacológico, el apoyo de mi familia y amigas, yendo a mi ritmo. Otra vez tuve una brillante idea que fue sacarme las cuatro muelas de juicio en una sesión. Tuve una crisis de ansiedad (o pánico?) al momento de la intervención, pero el doctor fue maravilloso al explicarme y calmarme ante el procedimiento. Duré unos días con mis cachetes hinchadísimos. Fui al concierto de Maneskin junto a mi amiga Bárbara, viajamos en avión (al cual le tengo mucho miedo) y paseamos en Santiago. Todas una sureñas en la capital. También logré avanzar de a poco en mi trabajo, haciendo estuches, diseñando el planner y subiendo diseños a Citrola. Fui a la Cohete Lunar de diciembre.
Este año (2023) comenzó un poco mejor que el anterior. Decidí retomar terapia y volver a buscar una psicóloga, la cual encontré por doctoralia. Confié en los comentarios que tenía, me alegro de haberlo hecho. Mi psicóloga se llama Evelyn, con quien tuve tres sesiones, donde se presentó, me preguntaba de mi vida y me realizó ciertos tests para ver "cómo funcionaba mi mente". En la tercera sesión me hizo la "devolución", con los resultados de los tests y mi perfil psicológico. Fue sorprendente y maravilloso. Me enteré que tiendo a tener pensamientos ansiosos y obsesivos (!!!); mi autoestima, mi fiel enemigo, al fin era saludable. Y lo más importante: presentaba rasgos de una persona autista. Que existen y eran válidos (por más que estuviera la posibilidad de que no fuese autista). Ella le puso mucha importancia al origen de mi ansiedad/depresión, el por qué tendía a caer y estos rasgos los explicaba. No era ansiedad social, no era ansiedad generalizada. Por qué ciertos ruidos me afectaban, por qué no soportaba el cúmulo de personas, por qué no quería salir tanto de casa y que estaba BIEN; por qué me fue tan mal en la entrevista (haha), etc. Me recomendó buscar la respuesta a ello y luego volver a terapia con ella.
Me derivó al Centro Kumelen.
Entre medio de todo esto tuve un pequeño viaje a Puerto Varas con mis papás, Gemeli y Amandi (toda una nieta regalona). Un paisaje hermoso, lugar donde descansé y disfruté mucho. Ver el lago y sentir la brisa fue increíble. En casa hice un cambio que Gemeli aceptó: transformé mi pieza en studio/taller para trabajar y me mudé a la pieza de Gemeli, volviendo a usar la litera que teníamos en nuestra adolescencia. Al principio no soportaba el ruido de mis roomies, pero ya me he acostumbrado. Una es increíblemente tierna y suave, se llama Chiquiturri (no tengo registro de esto en el blog, pero ella llegó a comienzos del 2022). Claramente yo duermo abajo, porque mi trauma de pequeña es caerme de la litera y romperme el brazo.
Ah, comenzando este año me apareció una mancha roja en mi ceja, muy parecida a la que me apareció en el 2020 en mi brazo. Recuerdan que estaba con un lupus subagudo? Pues al año siguiente me diagnosticaron Síndrome de Sjögren, pero sin síntomas y que en su mayoría me afectaba a la piel. Cuidarme del sol era lo más importante. El año pasado me apareció otra mancha, esta vez en el pecho y todo indicaba que era algo inmune, así que visité a mi dermatóloga y me derivó a un reumatólogo aquí en Temuco. Actualmente es mi médico cabecera, quien me confirmó (nuevamente) mi diagnóstico y me pide exámenes cada año, que debo hacerme limpieza dental dos veces al año sagradamente, usar bloqueador solar todos los días con sus respectivas re-aplicaciones (además de taparme completamente en verano hahaha), además de mi medicamento de todos los días para controlar mis anticuerpos. Al principio era algo deprimente visitarlo, pues me comentaba cómo iba a terminar esta enfermedad y no era muy esperanzador, pero con el tiempo ya he podido comprenderlo y puedo comentarle mi odisea en la depresión, mis teorías de que el medicamento me produce dolor de cabeza y mi posible autismo. Me cae bien.
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Mis queridos Loop, son taponcitos de oídos reutilizables. Los encuentran en amazon. |
Volviendo al Centro, asumo que quienes leen aquí han leído todo mi camino para el diagnóstico, pero se los repetiré. Conocí a la psiquiatra del centro, con quién tuve una primera sesión para ver si seguía con el procedimiento del diagnóstico o si no era necesario. Encontró que sí era posible, así que me indicó realizarme el ADOS-2, el ADI-R y el perfil sensorial, además de otros tests. Hay que decir que este proceso no es nada económico, por ello era mejor ver si tenía rasgos o no.
Cuando mi psicóloga me mencionó los rasgos, lloré mucho, porque al fin me sentí escuchada ante mi duda de hace años (ya me cuestionaba si era autista o no). Estaba muy nerviosa al comentarle a mi mamá, no sabía cómo iba a ser su reacción, pues necesitaba su apoyo económico en esto. Para mi sorpresa, lo tomó bastante bien (y yo que estaba tiritando a punto de llorar hahaha). Me sentía bien por tener el apoyo, de sentirme escuchada, pero ante todo esto comencé a sentir miedo. No tenía idea sobre los exámenes, no tenía respuestas y me sentí perdida. Aquí la querida Fran me dio el dato de una fonoaudióloga que aplicaba el ADOS-2 y el ADI-R, quien respondía todos mis mensajes caóticos en instagram y me calmaba ante mis dudas. Hizo que este proceso fuese mucho mejor y me sintiera cómoda (más porque el ADI-R son preguntas a personas externas, que en este caso fue mi mamá y Gemeli). Para el perfil sensorial retomé el Centro Kumelen y quien lo aplicó fue una terapeuta ocupacional, la querida Gabi. Esto fue una especie de preguntas y relato sobre mi día a día de manera PROFUNDA. Desde que pienso, siento, cómo me alimento, cómo socializo, etc. Si antes ya me sentía escuchada y validada, aquí fue de una manera impresionante. Sentí cómo alguien me comprendía tanto y que no era raro, que no tenía nada de extraño. Era "normal".
Una vez listos todos estos pasos, tenía que esperar el informe desarrollado por la psiquiatra y mi terapeuta. Me dieron hora dentro de abril. No tenía idea a qué iba, pero fui a la sesión donde estaban presentes ambas (además de alguien haciendo su práctica). En una pantalla grande me fueron explicando todo el informe, parte por parte. El comienzo era básicamente un resumen de mi vida, donde se mencionaba mis dificultades en lo social, mis sentimientos de nunca encajar, el bullying. Luego parte de los cuestionarios que llené, donde hablaban de la compensación (copiar el lenguaje corporal o las expresiones faciales de alguien, aprender las señales sociales en películas y libros), enmascaramiento (ajustar mi cara y cuerpo para parecer confiada o relajada, forzar el contacto visual) y asimilación (actuar, evitar o forzar interacciones sociales) que hacía para "ser normal" y sentirme parte de. También me mostraron el ADOS-2 y el ADI-R, donde cumplía todos los criterios del autismo.
Pero sin duda, la parte que más me afectó fue ver el perfil sensorial, donde terminé emocionándome y llorando. Debo admitir que ya venía aguantando el llanto desde el comienzo, pero escuchar a mi terapeuta explicar tantas cosas que hacía o sentía de una forma tan "normal", que me sentí TAN validada, tan escuchada; al fin me veían cómo era y no tenía nada de malo. Este perfil está organizado en cuadrantes, donde me encuentro en los extremos de cada uno (cuando lo común o "normal" es estar en el centro para funcionar en la sociedad). El Bajo registro, donde aprendí que puedo tener problemas en reaccionar ante los estímulos de baja intensidad (que me llamen y no reaccionar), pero beneficiarme de los de mayor intensidad (ejercicios, actividad física) para estar atenta y mantener esa atención en mis tareas o actividades diarias. Búsqueda sensorial, donde explica por qué soy tan callada, estar siempre quieta o pasiva. No busco estímulos sensoriales, no "exploro" el entorno, por lo que es necesario identificar qué me gusta para realizarlo y sentir algo, para poder desempeñar mis actividades diarias (aquí entran los fidget toys, música placentera, olores agradables, abrazos profundos para poder funcionar y seguir funcionando). La Sensibilidad sensorial, donde aprendí que soy sensible ante los ruidos fuertes, por qué ciertas comidas no las paso, por qué los olores me estresan, etc. Todos estos estímulos "irrelevantes" que no me permiten concentrarme, que interfieren. Aquí la calma, la repetición, la familiaridad y consistencia me ayudarían para sentirme tranquila. Por último, la Evitación social, donde evito sentirme abrumada o molesta por los estímulos sensoriales que estoy recibiendo en cierto entorno (lugares lleno de personas, ruido constante, ambiente intenso o cambiante). Aquí es donde necesito estrategias que reduzcan la sensación abrumadora, como usar audífonos/ tapones de oídos, usar ropa suelta/ cómoda, poder tener un espacio de descanso o apartarme un momento para estar sola. Si mi exposición a estos estímulos es constante, me sentiré agotada (y necesitaré descansar uno o varios días).
Resultado: soy Autista. Siempre lo fui. No estaba mal no querer ir a reuniones familiares, no estaba mal el no poder comunicarme con mi familia: me costaba y mucho. No era "exquisita" ante la comida, resulta que tenía selectividad alimentaria. Por qué no soporto subirme a las micros y preferir caminar (aunque no lo disfrute como me gustaría); por qué no me gusta ir al centro y preferir comprar algo cercano a mí, mucho mejor si es online. Por qué ahora me cuesta tanto ordenar mi ropa, mi pieza, limpiar el baño, trabajar. El por qué de que no me guste el calor, el sudor; tener que ducharme de inmediato. Mis intereses profundos e intensos. El insomnio que va y viene. Por qué me cuesta tanto empezar actividades (la disfunción ejecutiva dándome dificultad). Por qué me cuesta tanto responder mensajes, tener mensajes botados desde hace meses (incluso años). Por qué era tan organizada y ordenada, lo necesitaba para funcionar y tener calma. Por qué me costaban tanto las relaciones sociales. Y un largo etcétera de un montón de cosas que me cuestan. No era a propósito, sólo me costaba, sólo sufría. Sólo necesitaba comprender cómo funcionaba mi mente e idear estrategias para funcionar, para poder tener límites y que lo respetaran. Sólo necesitaba que comprendieran mi forma de cariño a través de cartas o regalos, conversaciones; por qué no soportaba el contacto físico o hablar cuánto los quiero de persona a persona. El escribir siempre ha sido mi manera de comunicarme y no tenía nada de malo.
Tener mi diagnóstico me trajo mucha paz porque al fin todo tenía sentido. A la vez, me trajo mucha incertidumbre y pena, ser consciente de mis dificultades. Descubrir en qué enmascaré, en qué aguanté, en qué disimulé. Vergüenza en necesitar tapones de oídos, necesitar fidget toys. Miedo a sentir vergüenza si dejo de aparentar que soy "alguien normal" y "verme más autista". Miedo a nunca poder trabajar, nunca ser independiente. Miedo a no pertenecer. Conversar respecto a estos miedos con otras personas autistas me ayudó a no sentirme sola; tener sesiones con mi terapeuta me ayuda a sentir menos culpa y ser más amable conmigo; estar en el proceso de una credencial de discapacidad me ayuda a aceptar que esto es una "discapacidad" en la sociedad actual, que en este entorno no me es posible funcionar a mi 100%. Aceptar que necesito ayuda económica para tener terapia ocupacional y psicológica, todo para tener un mejor futuro. Poder ser independiente. Poder ser yo.
Creo que en este momento me siento mucho más tranquila a diferencia del inicio de este año. Comencé a hacer ballet gracias al recordatorio de mi psiquiatra (una vez le mencioné que me gustaría probar hacer ballet y nunca me atrevía), retomé una amistad muy querida de mi época escolar. Con mi familia estoy mejor, o al menos, más tranquila. Me brindan su apoyo cada vez que necesito ayuda. Tengo dos sobrinas hermosas; dejo registro de Emi, que al parecer no lo mencioné en el blog. Cambié mi tratamiento farmacológico y al fin puedo hacer más cosas, puedo dormir. Tuve unas pequeñas vacaciones en el campo que eran muy necesarias. Tuve días con mis gordos y las cachitos, pintando, cocinando, viendo series, escuchando música, durmiendo. Caminando, escuchando un riachuelo. Llenándome de barro (que lo odio), sintiendo el viento, escuchando la lluvia. Días muy tranquilos sola, simplemente con Gemeli.
Respecto a trabajo, me encantaría poder dar una visión más positiva. A veces me llegan mensajes de personas que me preguntan si de verdad es posible vivir de la ilustración: no sé qué responderles. Soy consciente que si logro organizarme, ser constante y ordenada podría tener mejores ingresos, pero estoy en terapia para poder lograrlo. He ganado dinero con mi trabajo (para mí es harto), pero creo que no es suficiente como para poder vivir sola por ejemplo (siempre he vivido con mis papás, por lo que no tengo cuentas grandes qué pagar). O al menos, no es constante, es muy variable. Así es ser freelance no?
Mis ingresos han consistido en las comisiones que recibo de Citrola (monto que varía muchísimo mes a mes), mis ganancias en Patreon (lo agradezco mucho, últimamente el monto ha sido constante), en realizar logos y comisiones de vez en cuando (en esto quiero mejorar). Las ferias sin duda son las mejores para tener un ingreso grande y suficiente para tener un sueldo digno, pero conllevan un desgaste gigante para mí (en preparar todas las cosas, en viajar, en atender, en vender, en volver). Esto último mi terapeuta quiere potenciarlo, que podría lograrlo si me doy un descanso REAL después de cada feria. Sin tener que pensar en qué trabajar y seguir trabajando de forma automática. Sin terminar en el burnout en el que estoy. En ordenarme y lograr tener una rutina sana y consistente que me beneficie a mí.
Actualmente tengo la tienda online cerrada, tuve meses con muy poquitas ventas y eso me desanimaba. Nada sorprendente si estoy con un trastorno depresivo leve y un burnout autista. Para cambiar esto, estoy preparando productos para ir a una feria aquí en temuco, actualizando diseños e ilustraciones. También cambié Jumpseller por Shopify, dejé el hosting en el que estaba para organizar mejor mis gastos y sea más práctico (aquí agradezco a mis patrons por permitirme pagar mes a mes esto). Me queda por configurar mi tienda online, pero voy muy de a poquito porque es harta pega y tiendo querer tener todo listo en un día. Muy agotador (hahaha), pero me tiene feliz poder actualizar mis páginas. De hecho cambié el diseño del blog nuevamente y me encantó el resultado. Se ve mucho más bonito en un computador, he de admitir, más que en un celular; pero me hace muy feliz verlo lindo y con nuevo dominio (ahora es blog.michitothehappiness.com ! ☺︎).
En cuanto a mis redes sociales, me ha gustado mucho hacer vlogs en youtube. En este momento estoy en un descanso tras todo el proceso del diagnóstico, pero mi idea es poder ser más constante en ello. Agradezco mucho los comentarios que recibo por ahí. Instagram sigue siendo mi red social principal, a pesar de que las publicaciones en el feed ya no son lo mismo (pero uso bastante historias). También me aventuré en tiktok en una de mis crisis depresivas; el alcance es impresionante, pero me agota tener otra red social, así que está medio botado (aunque adoro ver tiktoks). Antes no me gustaba tanto hacer reels, pero me encanta el desafío creativo que conllevan. Me gusta grabar y editarlos, pero nada supera cuando ilustro (incluso si no tengo tantas vistas o me gustas). En estas vacaciones volví a pintar, a usar materiales tradicionales y me ayudó muchísimo en volver a amar el dibujo. Creo que al ser tradicional se siente como algo para mí y no de trabajo. Además que adoro dibujar rostros, me ha permitido simplemente crear y no esperar tanto el resultado, en equivocarme y probar nuevas técnicas.
Me hace feliz retomar el blog, ya sea si logro ser constante o no, escribir siempre me ayuda. Espero seguir escribiendo, el blog ya no se siente como trabajo y tampoco tengo pensado en escribir o subir entradas cada semana (como lo hacía antes). Simplemente a mi ritmo, sin añadirme una presión. Que sea un lugar seguro para mí.
Espero que se encuentren muy bien, les agradezco si leyeron por completo esta entrada.
– Teffy R.